El ser humano es una amalgama de muchas voces, algunas relevantes, otras irrelevantes, unas consistentes y otras inconsistentes, y cada una de ellas tira en direcciones diferentes. Esta multiplicidad de voces puede generar una confusión interna que se asemeja a la locura. Aunque exteriormente parezcamos cuerdos, en nuestro interior hay capas y capas de pensamientos que pueden desencadenar en cualquier momento, haciéndonos perder el control. El objetivo de este artículo es explicar cómo Alcanzar un nivel de conciencia más elevado y equilibrado, para llegar a un cuarto nivel. Este cuarto estado representa la armonía y la paz mental, donde uno puede actuar desde un lugar de claridad y comprensión profunda.
Gran parte de este descontrol proviene de la imposición de un carácter externo, impuesto por razones sociales, económicas y políticas. Sin embargo, estas fuerzas internas constantemente socavan este carácter, lo que se refleja en los errores cotidianos que cometemos. Yo no considero estos errores como pecados, sino como fallos humanos. Por ello, reconocer esta complejidad es crucial para comprender la transición de lo humano a lo divino, que implica cultivar la atención y la consciencia.
Alcanzar un nivel de conciencia más elevado y equilibrado
Desde una perspectiva psicológica, el análisis transaccional presenta el conflicto interno del ser humano a través del triángulo dramático, que involucra los roles de padre, adulto y niño.
Estas tres capas representan diferentes aspectos de nuestra personalidad:
- el niño, impulsado por la espontaneidad y la sensación;
- el padre, que impone la disciplina y las normas sociales;
- y el adulto, que actúa desde la racionalidad y la consciencia de las consecuencias.
El niño, cuyo enfoque es el disfrute del momento presente, carece de consideraciones sobre el pasado o el futuro, lo que lo lleva a conflictos y contradicciones internas. Por otro lado, el padre interior representa la voz de la sociedad y la cultura, que nos civiliza y nos enseña a vivir dentro de un marco de normas y valores compartidos.
Es fundamental encontrar un equilibrio entre estas diferentes voces internas para navegar por la complejidad de la vida humana.
El padre tiene la tarea de enseñarte que no eres el centro del universo; todos comparten esa misma percepción. Te insta a ser consciente de que estás inmerso en un mundo poblado por mucha gente, donde debes tenerlos en cuenta si deseas ser considerado a tu vez. Ignorar este hecho puede llevarte a ser ignorado o incluso aplastado por la sociedad. La voz paternal te proporciona directrices sobre qué acciones tomar y cuáles evitar, contrarrestando la impulsividad del niño.
La tercera voz interna, la del adulto, emerge cuando dejas de depender completamente de tus padres y tu razón madura lo suficiente para tomar decisiones por ti mismo. Mientras que el niño se guía por impulsos emocionales y el padre impone normas externas, el adulto se basa en un razonamiento lógico y reflexivo. Estas tres capas de la personalidad están constantemente en conflicto entre sí, cada una defendiendo su propia perspectiva.
Alcanzar un nivel de conciencia más elevado y equilibrado resolviendo el Conflicto interno
Por ejemplo, ante un plato tentador de comida, el niño insta a disfrutar sin restricciones, mientras que el padre aconseja considerar aspectos como la nutrición y la saciedad. La mente racional, por su parte, puede cuestionar la validez de las normas parentales y ofrecer una opinión independiente. Este conflicto interno puede generar sentimientos de culpa, especialmente cuando la decisión tomada parece traicionar los valores inculcados por los padres.
En este constante enfrentamiento, seguir una voz interna a menudo significa contradecir a las otras dos. Si cedes ante los impulsos del niño, el padre se enfurece; si sigues las normas del padre, el niño se siente coaccionado y manipulado. Escuchar la razón puede desencadenar sentimientos de rebelión por parte del niño, mientras que seguir los dictámenes paternos puede generar conflictos con la mente adulta.
En última instancia, encontrar un equilibrio entre estas tres capas de la personalidad es un desafío continuo y complejo.
La ansiedad humana
La ansiedad humana surge de la constante discordia entre las tres capas de la personalidad. Ya que nunca logran ponerse de acuerdo en nada. No hay compromiso entre ellas, y esta lucha interna es el núcleo de nuestra experiencia cotidiana. Algunos maestros espirituales, como Lao Tzu y Jesús, abogan por volver al estado infantil, liberándonos de las normas y mandamientos impuestos por la sociedad y reconectando con nuestra espontaneidad natural.
Sin embargo, este mensaje puede parecer idealista e inalcanzable para muchos. Aunque es posible que algunas personas logren recuperar esa inocencia infantil, es una experiencia excepcional y no representa la norma para la humanidad en su conjunto. Por otro lado, hay otros maestros, como Mahavira, Moisés y Mahoma, que enfatizan la importancia de seguir las normas y enseñanzas de la sociedad y la moralidad establecida.
Claves para el Bienestar Emocional
Este enfoque proporciona una sensación de seguridad y tranquilidad. Pero puede llevar a una sensación de confinamiento y falta de libertad. La paz que se alcanza a través de la obediencia a las normas externas puede carecer de autenticidad y plenitud. Aunque algunos individuos pueden encontrar realización siguiendo este camino, es una experiencia poco común y el mundo actual ya ha evolucionado más allá de este enfoque simplista y dogmático.
Los mandamientos ofrecidos por maestros como Moisés, Manu y Mahoma pueden haber sido útiles en el pasado para simplificar la vida y ofrecer una guía clara, pero hoy en día, confiar ciegamente en estas fórmulas preestablecidas puede limitar nuestra capacidad de tomar decisiones auténticas y vivir una vida plena y consciente.
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