Los siete pecados capitales han sido una parte arraigada de la experiencia humana desde tiempos inmemoriales. Estos comportamientos, enraizados en nuestro instinto de supervivencia ancestral, pintan el mundo como un lugar competitivo, donde la ley del más fuerte prevalece y la lucha por la supervivencia es constante. En este artículo sobre una Guía Práctica para Alcanzar la Iluminación Espiritual, es uno de muchos dedicados al despertar espiritual.
Guía Práctica para Alcanzar la Iluminación Espiritual: Pasos Clave para Transformar tu Vida
Cada vez que nos sumergimos en las noticias o encendemos la televisión, nos enfrentamos a la cruda realidad de un mundo donde la competencia feroz parece ser la norma. Grandes empresas y figuras de autoridad engullen a las más pequeñas, y el sufrimiento ahoga cualquier atisbo de bondad. Nos encontramos inmersos en una narrativa de ‘nosotros’ contra ‘ellos’. Donde la lucha por la supervivencia es omnipresente, una versión simplificada de la teoría de la evolución popularizada por Charles Darwin en su influyente obra, ‘El origen de las especies’,
El Legado Evolutivo: De Darwin a Al-Jahiz
Según la teoría de Darwin, cuando el número de individuos en un ecosistema excede su capacidad de sustento, los más débiles sucumben en la lucha por la supervivencia, mientras que los más aptos logran sobrevivir y transmitir sus características a la siguiente generación. Curiosamente, esta idea de la lucha por la supervivencia no es nueva y ya fue presentada en el siglo VIII por el erudito afro-árabe Al-Jahiz. Y cuyas observaciones de la naturaleza y del comportamiento humano anticipaban el concepto de selección natural.
Sin embargo, recientes investigaciones en biología evolutiva sugieren que existe otra estrategia para la supervivencia, basada en la sabiduría y la cooperación. Simon Conway Morris, paleontólogo de la Universidad de Cambridge, ha observado que especies muy diversas encuentran soluciones similares a problemas comunes. Lo que sugiere que la evolución busca no solo la complejidad, sino también la inteligencia. Morris postula que para garantizar la predominancia de la inteligencia en la evolución humana, aquellos individuos más sabios y cooperativos fueron los que sobrevivieron. Esto sugiere que la fuerza bruta y la competencia feroz ya no son las únicas estrategias para la supervivencia.
Guía Práctica para Alcanzar la Iluminación Espiritual- La Evolución de la Inteligencia Sabiduría y Cooperación
Contrario a la creencia darwiniana tradicional, en organismos superiores la evolución tiende a favorecer la cooperación sobre la competencia. Un ejemplo claro son las colonias de abejas, donde las obreras trabajan en armonía por el bien común. El cuerpo humano también opera de manera similar; sus cien billones de células no compiten por los recursos en la corriente sanguínea, sino que colaboran en un sistema cohesionado, similar a una colonia. Incluso los seres humanos han aprendido de la sabiduría de las abejas: nuestra supervivencia como individuos depende del bienestar del grupo.
Ver el mundo únicamente como un lugar hostil y competitivo inevitablemente nos sumerge en la ansiedad. Si interpretamos la Biblia de manera literal, podríamos percibir al Dios del Antiguo Testamento como una figura temible que demanda sacrificios y destruye a sus propias creaciones. Como lo hizo con los pecadores de Sodoma y Gomorra.
La Nueva Evolución: Sabiduría y Cooperación como Claves del Éxito
El investigador Phil Zuckerman ha observado que en países con abundancia de comida y acceso garantizado a la asistencia médica, la creencia en deidades es menos frecuente en comparación con aquellos donde las condiciones de vida son más precarias y la inseguridad es más común. Su investigación sugiere además que la inclinación a creer en un Ser Superior y rechazar la teoría de la evolución es más común en sociedades que están más expuestas a las presiones darwinianas de la supervivencia.
Muchas personas aún mantienen la creencia medieval de que desafiar a esta deidad omnipotente resultará en ser desterrados al infierno o castigados con plagas y desgracias. Esta percepción de Dios como una figura vengativa se origina en el primitivo cerebro límbico. Y al adherirse a ella, nos enfocamos en acumular poder en el mundo material. Convirtiéndonos en pequeños dioses de nuestras creaciones. Nos convencemos de que, al acumular riqueza y popularidad suficientes, alcanzaremos cierta seguridad y evitaremos un castigo eterno.
Cuando reconocemos que nuestras propias redes neuronales son las que nos atan a una vida llena de conflictos, nos liberamos de las cadenas de un ser celestial caprichoso y de sus demonios y destinos predestinados, y nos embarcamos en un viaje hacia la espiritualidad. Como Siddhartha y Psyche antes que nosotros, descubrimos nuestro poder como co-creadores en el vasto reino de la Creación, una alternativa al mundo de depredadores en el que la mayoría de las personas se encuentran atrapadas. Al igual que en muchos países europeos se disfruta actualmente de libertad religiosa, tal vez llegue el día en que encontremos un espacio donde podamos explorar y descubrir la auténtica espiritualidad a través del despertar de nuestras funciones cerebrales superiores.
Guía Práctica para Alcanzar la Iluminación Espiritual – Explorando los Reinos Paralelos
La creencia en dos reinos opuestos, el del Espíritu y el de la carne, ha existido a lo largo de la historia humana. Filósofos, teólogos, líderes espirituales y científicos han sugerido la posibilidad de otras realidades paralelas. Einstein, con su ecuación E = mc2, dividió el universo en energía y materia. Los físicos han descubierto que los universos paralelos podrían influir en el nuestro, incluso a través de agujeros negros, de los cuales ni siquiera la luz puede escapar.
El chamán reconoce la existencia de un reino más allá de lo que muchos llaman ‘realidad’, donde impera la ley del más fuerte. Es un mundo de cazadores y presas, de señores y esclavos, y de economía basada en la escasez. Este mundo coexiste con el de los creadores, hombres y mujeres que viven en paz y abundancia, conocido como ‘Paraíso’ o ‘Cielo’. Estos dos mundos paralelos están separados por el cuerpo calloso, una estructura cerebral que facilita la comunicación entre el cerebro primitivo y el neocórtex. Así como entre los hemisferios derecho e izquierdo.
El Paraíso Interior: Descubriendo la Divinidad Dentro de Nosotros
El concepto del ‘Paraíso’ no necesariamente implica un estado idílico alcanzado después de la muerte o gracias a dioses benevolentes. El Nirvana, los Campos Elíseos y el Valhalla están al alcance, de hecho, cuando Jesús dijo: ‘El reino de Dios está dentro de ti’, sugirió que este reino está disponible en este momento. Accedemos al Paraíso con un cambio simple pero crucial que despierta las facultades de nuestro cerebro superior y la conciencia de que somos una chispa divina. Ya que siempre estamos en conexión con el Espíritu. Esta comprensión soló puede lograrse a través de la iluminación, no mediante el estudio, la penitencia o la oración.
El Paraíso se encuentra donde vemos belleza en lugar de fealdad, donde llevamos la verdad donde otros ven mentiras. Y donde somos íntegros mientras otros se ven obligados a mentir. En este estado, ocupamos nuestro lugar como co-creadores de las exquisitas obras del universo. Esto no implica que la enfermedad, la muerte o la guerra desaparezcan, pero sí que la ira, el miedo y el sufrimiento ya no dominan nuestras vidas.
Guía Práctica para Alcanzar la Iluminación Espiritual – Descubriendo el Paraíso en Nuestro Interior
La desconfianza, la competitividad y la violencia que vemos a diario son resultado de las cadenas que nos atan a un mundo donde la amabilidad y la bondad son eclipsadas. Ya sea por la avaricia o la ira en situaciones tan simples como pelear por un asiento en el autobús. Sin embargo, el Paraíso no está separado del ‘mundo real’ por un muro impenetrable, sino por una fina membrana, un haz plano y grande de axones bajo el neurocórtex. Podemos alcanzar el Paraíso penetrando en él y permitiéndonos una nueva forma de percibir el mundo caracterizada por la valentía, la perspicacia, la alegría y la creatividad.
El Paraíso es un estado del cerebro, no un lugar físico. Cuando nuestras emociones básicas se transforman en las virtudes neocorticales superiores, obtenemos la fuerza para ampliar nuestras capacidades y abrirnos a nuevas posibilidades. Empezamos a sentir que podemos cambiar el mundo con cada uno de nuestros pensamientos y palabras, y la respuesta del universo no se hace esperar.
Explorando la Dualidad: Entre la Crueldad y la Creatividad en la Natura
Dada la predominancia de la ley de los colmillos y las garras en la naturaleza, es fácil convencerse de que solo existe una realidad: la de los depredadores. Richard Dawkins, biólogo evolucionista conocido, afirma: ‘La cantidad total de sufrimiento por año que hay en el mundo natural sobrepasa cualquier reflexión decente’.
En la naturaleza salvaje, la relación entre depredador y presa logra un delicado equilibrio, e incluso los animales en la cúspide de la pirámide alimentaria se convierten en alimento para bacterias inferiores. Nada dura para siempre: las criaturas nacen, envejecen y mueren, las flores se abren y se marchitan, y el ciclo continúa. El mundo de los creadores no es un lugar de fantasía como Camelot, donde los leones son vegetarianos y los humanos siempre son amables. La vida se alimenta de sí misma, pero la buena noticia es que tu vida no se define por el verbo ‘comer’, sino por el verbo ‘crear’.
Guía Práctica para Alcanzar la Iluminación Espiritual – El Viaje de la Humanidad: Desde el Paraíso a la Búsqueda de la Creatividad
¿Cuándo empezamos a creer que el mundo de los depredadores y todas sus limitaciones es la única realidad, y que el mundo de las posibilidades creativas es una fantasía?. Según la Biblia, los primeros seres humanos vivían en el Paraíso y se paseaban por él sin remordimiento alguno por el pasado ni miedo al futuro. Simplemente disfrutaban de su exuberancia, comían sus frutos y vivían en armonía con todas sus criaturas. De repente, fueron expulsados de esa tierra de abundancia a un mundo de escasez, donde depredadores y presas se enfrentaban sin fin por el dominio y la supervivencia. Tras su caída, el hombre tuvo que vivir con el sudor de su frente, recogiendo los cardos y los espinos producidos por la tierra, mientras que la mujer fue condenada a dar a luz con dolor.
Aun después de muchos años en la selva amazónica, me sigue maravillando la abundancia de frutos de nuestro jardín terrestre. Rara vez me he encontrado con cardos y espinos, pero cuando ha sido así, se me ha compensado con mangos y papayas. El Génesis describe la primera gran iniciación de los seres humanos y cómo fracasaron al afrontar el reto que les presentaba Dios. Adán y Eva comieron la fruta prohibida por consejo de la serpiente, que les aseguró que les proporcionaría el conocimiento, y no la muerte como había advertido Dios.
La Caída y la Búsqueda: Reflexiones sobre el Viaje de Adán y Eva
Aunque la teología cristiana equipara la serpiente con Satán, las tradiciones ancestrales la veían como un símbolo de fertilidad y renovación, o como una sabia embaucadora. Por lo que el consejo de la serpiente parece ser potencialmente positivo. Al dar el mordisco, Adán y Eva dejaron atrás su ingenuidad y emprendieron un viaje de iniciación a la masculinidad y la feminidad. Tuvieron la oportunidad de convertirse en poderosos adultos, unidos al creador para dar forma a un mundo de gracia y belleza. Sin embargo, en lugar de avanzar con seguridad hacia sus nuevas identidades, vacilaron y sintieron miedo por la ira de Dios y el cambio que se había producido.
Despertaron a la conciencia del bien y el mal. Pero su cerebro primitivo los avergonzó de su desnudez, vulnerabilidad y deseo sexual. Se escondieron del Señor, temiendo su severo castigo, en lugar de tomar el fruto del Árbol de la Vida y vivir para siempre. Se rindieron a emociones como la ira, la envidia y la soberbia. A diferencia de Psyche y Siddhartha, que lograron la inmortalidad, Adán y Eva fracasaron en su búsqueda de la iluminación. Fueron desterrados del Paraíso y aceptaron que ellos y sus descendientes convivirían con el sufrimiento y la muerte.
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